Demonios. Ella estaba repleta de ellos, estos vagaban por su cabeza, por su ser, sin respetarla. Actuaba como ellos querían, y se reflejaban en ella. Se apoderaron de pies a cabeza.
Hasta que llego él, quien comenzó a amar a esos demonios, quien con sus mas intensas caricias los domino, hasta entro en su infierno, y ardió tanto como ellos. Quizá llego a amarla tanto, que también fue su demonio.
Ardían en el infierno de su corazón, ahí donde nadie podía entrar, solo él y las pequeñas criaturas.
Estas criaturas la habían dañado demasiado, y el se encargo de ello. Curo cada herida, y seco cada gota de sangre. Aunque después pareciera como si se hubiese encargado de abrir dichas heridas, y sin querer empeorarlas. Como si te echaran alcohol a una lastimadura. No porque el quería, si no porque era un demonio mas.
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